En diálogo con Canal E, Mariana Sosa, socióloga e investigadora del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, advirtió que la pobreza infantil alcanzó cifras récord en 2024 y que la recuperación llevará décadas.
La pobreza infantil en su punto más alto desde 2016
“El 59% de los niños hasta 14 años vive en hogares pobres, el valor más alto desde 2016”, afirmó la entrevistada, quien presentó el informe «Recuperación ilusoria de la pobreza y desigualdades en Argentina durante el 2024«. Además, “la indigencia en menores se duplicó”, advirtió, y atribuyó esta crisis a la destrucción de empleo formal y el avance del cuentapropismo precarizado.
Entre 2023 y 2024, se perdieron 258.000 puestos asalariados formales, mientras se crearon 234.000 independientes, aunque estos últimos ofrecen “mayor desprotección, salarios 40% más bajos y sin derechos laborales básicos”, remarcó. Según Sosa, esto se refleja en que “el 45% de los cuentapropistas son pobres”, en contraste con el 23% entre asalariados.
“La reconversión laboral está agotada, y la desocupación ya subió al 7,9%”, alertó, señalando que los sectores que crecen económicamente —como minería e hidrocarburos— “no generan empleo masivo”, mientras los más intensivos en mano de obra, como la construcción y el comercio, “siguen en caída”.
Tener trabajo ya no es garantía de bienestar
El empobrecimiento incluso entre quienes tienen empleo es una tendencia creciente. “Hoy, uno de cada cinco jubilados trabaja”, destacó Sosa, y lo vinculó al “desmoronamiento del poder adquisitivo”. También subrayó el aumento del pluriempleo y la sobreocupación: “4 millones de personas trabajan más de 45 horas semanales”.
Peor aún, “en hogares con pleno empleo, el 10% sufre inseguridad alimentaria”, lo que revela una contradicción alarmante: trabajar ya no alcanza para alimentarse adecuadamente. Este fenómeno, según Sosa, “expone la degradación del salario real, incluso en el sector formal”.
“En 2016, el 11% de los asalariados formales eran pobres; en 2024 ese número subió al 22%”, precisó, señalando una caída sostenida del ingreso real durante la última década, profundizada el último año.
Consultada sobre el futuro cercano, Sosa fue tajante: “No vemos perspectivas de mejora: ni aumentos salariales, ni recuperación del empleo formal”. A esto se suma la decisión del gobierno de no homologar paritarias que superen el 1% mensual, pese a que la inflación supera ampliamente esa cifra.
La socióloga también advirtió sobre la incertidumbre del tipo de cambio: “Una eventual devaluación implicaría un nuevo golpe inflacionario”, sentenció. En conclusión, “no hay indicadores que anticipen una mejora en la calidad de vida de la población en el corto plazo”.