Con una versión renovada, el Ballet del Teatro Colón acaba de llevar a escena Don Quijote, una de las obras más populares del repertorio académico, creada hace poco más de diez años por Silvia Bazilis y Raúl Candal para el Ballet del SODRE de Montevideo.
Había sido en aquel momento un encargo de Julio Bocca, actual director del Ballet del Colón y que en esa época estaba al frente de la compañía uruguaya.
Vale la pena recordar que Bazilis y Candal fueron primeros bailarines del Teatro Colón y formaron una pareja artística maravillosa durante veinte años y hasta que se retiraron en 1994. Este “Don Quijote” fue su primera colaboración coreográfica.
Las primeras versiones
¿Qué significa en el ballet, en general, el concepto de “versión”? Simplemente que, a partir de una obra original y manteniendo sus rasgos esenciales, determinado coreógrafo introduce más o menos cambios según sus gustos y sus inclinaciones o según la época en la que vive.
El mismísimo Marius Petipa, que llegó a San Petersburgo en 1847 y permaneció al servicio de los Ballets Imperiales Rusos hasta su retiro en 1904, hizo dos versiones de su propio Don Quijote: la primera para el Ballet Bolshoi de Moscú en 1869 y la segunda en 1871 para Ballet Mariinsky de San Petersburgo.
El Don Quijote montado para el Bolshoi tenía en cuenta que los espectadores moscovitas buscaban espectáculos entretenidos y vistosos; el éxito fue fulminante. En cambio, el Don Quijote peterbusgués, pensado para un público intelectual y mucho más sofisticado, resultó prácticamente un fracaso.
Petipa (que más tarde triunfaría en toda la línea con sus celebérrimos Lago de los cisnes, La Bella Durmiente, Raymonda, entre tantos otros) había extendido la obra hasta cinco actos y le había dado mayor relevancia al vocabulario más puro del ballet académico. Una crítica mordaz de la prensa de San Petersburgo dijo que el mejor momento había sido la variación coreográfica del asno de Sancho Panza.
En el año 1900, el bailarín Alexander Gorsky del Ballet Bolshoi recibió como encargo la reposición del Don Quijote de Petipa con el derecho de introducir todos los cambios que quisiera.
En principio, Gorsky decidió abandonar ciertos clichés del ballet clásico y crear una nueva producción basada en los principios del flamante Teatro de Arte creado por Konstantin Stanislavsky. Así, se ocupó detalladamente de cada personaje y de su circunstancia por pequeños que fueran.
El Quijote de Petipa revisado por Gorsky llegó en 1980 gracias al recordado coreógrafo yugoslavo Zarko Prebil que la montó con el Ballet del Colón; este montaje permaneció en el repertorio de la compañía hasta el año 2010
En las muchas recreaciones posteriores, como la que acaba de estrenar el Ballet del Colón, suele ponerse de relieve aquel tono de comedia del estreno original, afortunadamente. Abundan los personajes y escenas humorísticas y ocupan un lugar importante las danzas de carácter de inspiración española (Petipa vivió en España durante tres años en su juventud y se había enamorado apasionadamente del país y de sus bailes populares y folclóricos).
Silvia Bazilis y Raúl Candal crearon coreografías nuevas -en relación a las puestas en escena más conocidas- y concibieron un relato más sintético y más veloz en el desarrollo de los tres actos que contiene esta producción.
La rapidez que en muchos momentos requiere la ejecución de una mayor cantidad de pasos, llevó al cuerpo de baile a una alta exigencia (el tempo de la orquesta, dirigida por Manuel Coves, se plegaba a veces a esa velocidad) que sin embargo fue bien cumplida por las primeras figuras, los solistas y las escenas de conjunto. La compañía se encuentra, sin dudas, en una muy buena etapa.
Vayamos ahora a los muchos personajes solistas que se despliegan en un abanico amplio y rico y que estuvieron sabiamente dirigidos por los dos coreógrafos, sin dejarlos caer en ningún estereotipo: el despistado Don Quijote (Matías Santos), su cómico escudero Sancho Panza (Leonardo Reale), el torero (Lucas Matzkin), su amante Mercedes (Milagros Niveyro), Lorenzo, el padre de Kitri (Julián Galvan), Camacho (Emanuel Abruzzo).
Y en el segundo acto, la pareja de gitanos (Maricel De Mitri y Jiva Vélazquez) , la reina de las Dríades (Mora Capasso) y el Cupido (Caterina Stutz) . Todos ellos fueron estupendos en sus respectivos registros, desde el humor más franco hasta las manifestaciones más románticas o más líricas.
En cuanto a la pareja protagonista en la función de estreno estuvo formada por Ayelén Sánchez y Juan Pablo Ledo. Este primer bailarín, con una larga trayectoria en la compañía oficial, le dio un carácter muy acertado a su Basilio (el seductor barbero, enamorado de Kitri, aunque no demasiado fiel de Kitri) en los dos primeros actos.
En el Gran pas de deux del tercer acto, de una demanda técnica muy elevada, le fue más dificultoso llegar a esa altura. La Kitri de Ayelén Sánchez fue encantadora, fresca, con esos muchos matices que el rol precisa y con un dominio excelente en todas sus variaciones.
Ficha
Don Quijote
Coreografía: Silvia Bazilis y Raúl Candal
Música: Ludwig Minkus
Ballet del Teatro Colón
Director Julio Bocca
Teatro Colón, Libertad 621. Funciones hasta el 3 de agosto
Calificación: excelente