¿Por qué les gustan tanto los capibaras a los chicos? Quizás, porque los asocian con peluches o personajes de cuentos por sus formas redondeadas, el pelaje brillante y el andar tranquilo. Los capibaras no tienen cuernos, colmillos ni colores estridentes: su apariencia inspira ternura y confianza. Además, uno de los motivos de su popularidad es que viven en grupo y se «llevan bien» con otras especies. En estos tiempos vertiginosos, los capibaras encarnan el ritmo relajado que a los niños (y a sus padres) les resulta reconfortante.
Más conocido en nuestro país como carpincho («capibara» es el término que se extendió internacionalmente a partir del inglés), es el roedor más grande del mundo. Puede pesar hasta 65 kilos y medir 1,30 metro de largo. Su cuerpo es macizo, tiene forma de barril y carece de cola. Es herbívoro, pasa mucho tiempo en el agua, es un gran nadador. Y saltó a la fama en la Argentina cuando, en plena pandemia, empezó a mostrarse a sus anchas por las calles de Nordelta, un barrio del norte del Gran Buenos Aires.
Pero el fenómeno de los capibaras comenzó antes. Si bien son originarios de Sudamérica, fue en Japón donde se los empezó a considerar «animales adorables». En 1982, un cuidador del zoológico Izu Shaboten de la ciudad de Shizuoka, en Japón, notó que los capibaras disfrutaban de las agua cálidas. La escena era tan curiosa (carpinchos en remojo, relajados como si estuvieran en un spa) que empezó a atraer multitudes. Desde entonces, en ese zoo, les preparan baños calientes cada invierno.
Personajes del mundo kawaii
Así fue que en Japón los capibaras pasaron a formar parte de la cultura kawaii, basada en los colores pastel, las formas simples y los elementos visuales que transmiten inocencia. En 2002, la empresa japonesa Banpresto lanzó un personaje llamado Kapibarasan, un carpincho de peluche redondeado y de expresión neutra. Fue un éxito rotundo. Apareció en juguetes, papelería, ropa y hasta tiene su propia serie de animé. La estética kawaii que rodea a Kapibarasan ayudó a consolidar la imagen entrañable que el carpincho tiene entre los chicos.
Y el resto de su éxito, se lo debe a internet y a las redes sociales que lo multiplicaron en memes y stickers. A partir de 2020, con el auge de TikTok, empezaron a circular videos de capibaras conviviendo pacíficamente con otros animales, acompañados de música suave o pegadiza, como la Capybara Song. El contraste entre su gran tamaño y su carácter tranquilo convirtió al capibara en un símbolo de «buena onda». El boom continúa: este año el carpincho alcanzó su propio «modo» en WhatsApp, desembarcó en jugueterías, expandió el merchandising y hasta llegó a Hollywood, ya que es uno de los personajes de Flow, una coproducción de Letonia, Bélgica y Francia que ganó el Oscar a la Mejor Película Animada.
Un lanzamiento que refuerza la tendencia
La revista infantil Jardín de Genios se suma a la movida con el lanzamiento de Mi álbum Capibaras para colorear, un libro inspirado en este fenómeno especialmente diseñado para niños. Repleta de personajes adorables en distintas situaciones, la publicación invita a los chicos a explorar su creatividad mientras se divierten con actividades de observación, laberintos y juegos de sombras. Además, incluye un memotest que, obviamente, se basa en imágenes de carpinchos en simpáticas situaciones. En este sentido, el libro implica una invitación a desconectarse de las pantallas y a disfrutar de una actividad relajante y estimulante, perfecta para desarrollar la motricidad fina y la concentración.
Mi álbum Capibaras para colorear, el libro que presenta Jardín de Genios, viene con una caja de lápices de colores de regalo y se consigue en los puestos de venta de diarios y revistas de todo el país.
CA
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