A menos de una semana de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, el Gobierno enfrenta una situación que ha encendido todas las alarmas en la Casa Rosada: la filtración de audios atribuidos a Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y hermana del presidente Javier Milei, ha desatado una ola de especulaciones, tensiones internas y acusaciones cruzadas que algunos dentro del oficialismo ya califican como una “guerra psicológica” contra el Ejecutivo.
La primera grabación fue difundida por el canal de streaming Carnaval, el mismo que previamente había publicado los audios del exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo, en los que se mencionaban presuntas irregularidades en la gestión de medicamentos. En el caso de Karina Milei, el contenido del audio no revela hechos comprometedores: se la escucha hablando sobre la necesidad de unidad dentro del Gobierno y describiendo su rutina laboral en la Casa Rosada.
Sin embargo, el impacto no vino por lo que se dijo, sino por el hecho de que fue grabada. En el entorno presidencial consideran que el episodio representa una vulneración grave a la privacidad institucional.
“Es una operación orquestada con el objetivo de desestabilizar e influir maliciosamente en el proceso electoral”, denunció el vocero presidencial Manuel Adorni, quien calificó el hecho como un “escándalo sin precedentes”.
La gran incógnita que mantiene en vilo al Gobierno es quién grabó a Karina Milei y en qué contexto. Las hipótesis se multiplican. Algunos creen que fue uno de los asistentes a una reunión privada, que utilizó su celular para registrar el encuentro.
Otros apuntan a una posible conexión con exintegrantes de La Libertad Avanza, que habrían tenido vínculos con operadores mediáticos y políticos con capacidad de difusión. La posibilidad de que existan más audios algunos estiman que podrían ser hasta una hora de grabaciones genera un clima de paranoia dentro del Gabinete.
Una caja de Pandora en Balcarce 50
“La amenaza es la acción, no el contenido”, señaló un funcionario de alto rango, en referencia al temor de que se difundan nuevos fragmentos que, aunque no sean comprometedores, sigan debilitando la imagen del Gobierno.
La situación ha derivado en una especie de “caza de brujas” dentro de La Libertad Avanza. Se investiga si el episodio ocurrió dentro de la Casa Rosada, y si fue grabado con un teléfono móvil. En las reuniones de Gabinete, los asistentes deben dejar sus celulares fuera del recinto, lo que refuerza la sospecha de que el audio pudo haber sido captado en otro ámbito o por alguien con acceso privilegiado.
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