jueves, noviembre 13, 2025

Saqueo imperial: se activó el swap con EEUU y Bessent festejó una ganancia

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El acuerdo entre el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y el Tesoro de Estados Unidos, bajo la gestión de Scott Bessent, fue presentado como una jugada para “estabilizar” la economía argentina en plena crisis y evitar una corrida cambiaria antes de las elecciones. Se trató, sin duda, de un fortísimo apoyo político a la gestión de Javier Milei y de un chantaje a la población argentina para que votar por La Libertad Avanza.

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Pero, además, detrás de los discursos de cooperación internacional, lo que hubo también fue una maniobra financiera que terminó beneficiando a los grandes capitales norteamericanos.

Swap de dólares: ¿salvataje o negocio?

El convenio bilateral permitió al BCRA activar un tramo de un swap de monedas por un total de US$20.000 millones. Aunque no se precisó el monto exacto, los operadores de mercado estiman que ya se utilizaron entre US$2.000 y US$2.700 millones, especialmente en las semanas previas a las elecciones legislativas. Estos fondos, lejos de ser una “ayuda desinteresada”, se usaron para reponer dólares gastados en la intervención cambiaria y para cumplir con pagos urgentes al FMI.

La estrategia del Tesoro norteamericano consistió en poner a disposición una línea de crédito especial, usando el Fondo de Estabilización Cambiaria, para apostar al peso argentino durante la etapa electoral y contener así la escalada del dólar. Tras las elecciones, el Tesoro desarmó estas posiciones, redolarizó las tenencias y embolsó una ganancia estimada en torno al 10%, gracias a la renta obtenida en pesos y a la baja del dólar.

Renta financiera y bicicleta para pocos

La intervención del Tesoro norteamericano generó un rally en los activos financieros argentinos. Bonos y acciones se dispararon, beneficiando a los grandes fondos de inversión y especuladores —sobre todo estadounidenses— que hicieron ganancias rápidas a través de la ya clásica bicicleta financiera: tasas de interés altísimas en pesos, dólar planchado y una economía sostenida artificialmente por la entrada de capitales especulativos. Nada de esto resolvió los desequilibrios de fondo de la economía nacional, sino que los profundizó: la inyección de dólares fue puramente financiera, no productiva, y la dependencia de la Argentina respecto del capital extranjero se volvió aún más asfixiante.

Este martes, Scott Bessent no tuvo reparos en admitirlo: según sus propias palabras, “el gobierno de Estados Unidos ganó dinero” con este swap, a diferencia de otros rescates en los que las pérdidas suelen socializarse. La operación fue presentada como una herramienta para afianzar la relación bilateral y “estabilizar” a un aliado durante un proceso electoral clave. Pero en los hechos, fue un negocio redondo para los capitales norteamericanos, que ganaron en dólares mientras el pueblo argentino paga con ajuste, inflación y pérdida de derechos.

Financiar la estabilidad… de los ricos

El caso de este swap no es una rareza. Es la última muestra de cómo, en el capitalismo actual, las pérdidas se socializan mientras las ganancias quedan en manos de los más poderosos. Las autoridades financieras de EE.UU. no dudan en poner la máquina de imprimir dólares y activar fondos especiales cada vez que los intereses del capital están en juego, mientras descargan los costos sobre las mayorías trabajadoras en todo el mundo.

Para la Argentina, la lección es clara: lejos de ser una “tabla de salvación”, estos acuerdos refuerzan la dependencia y subordinación, blindando el negocio de los especuladores y dejando intactos los problemas estructurales del país.

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