miércoles, agosto 20, 2025

Saber cuánto gana tu colega no genera odio: genera alianzas

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En el mundo laboral, hablar de sueldos es casi un tabú religioso. Se puede comentar una operación quirúrgica, un divorcio dramático o incluso la simpatía por un político cuestionable… pero preguntar cuánto gana tu compañero de oficina sigue siendo una ofensa de alto voltaje.

Se nos ha educado en la idea de que la transparencia salarial genera celos, tensiones y amenazas a la armonía organizacional. Y, sin embargo, una nueva investigación acaba de soltar una bomba elegante sobre este mito: saber que tu compañero gana más no provoca odio… sino admiración. O, más concretamente, ganas de trabajar con él.

Según el estudio de Kevin M. Kniffin y John Angus D. Hildreth, publicado en American Psychologist (2024), Partnering Up (and Down): Examining When and Why People Prefer Collaborating with Higher Paid Peers (and Lower Paid Subordinates) («Analizando cuándo y por qué las personas prefieren colaborar con compañeros mejor pagados (y subordinados peor pagados)», en inglés), cuando los empleados tienen acceso a información salarial interna, tienden a preferir colaborar con aquellos que ganan más. ¿Por qué? Porque el salario funciona como una señal de competencia.

No importa si no conocen bien al otro, si no han trabajado juntos antes o incluso si se les informa que las habilidades son equivalentes: el sueldo se interpreta como sinónimo de talento. Esta heurística salarial guía las decisiones de colaboración dentro de los equipos. Es decir, lo que para algunos líderes aún es una bomba cultural, para los empleados es una brújula organizativa. Lo más fascinante del hallazgo es su universalidad.

El patrón se repite incluso en contextos donde se presume que la meritocracia ya está internalizada. Esto sugiere que el salario no solo remunera: posiciona. Y cuando es visible, ayuda a redistribuir el capital simbólico que, de otra forma, solo circula en rumores de pasillo.Este hallazgo debería hacernos repensar muchas políticas internas. La transparencia salarial no tiene por qué ser un caballo de Troya del conflicto laboral. Bien gestionada puede convertirse en una palanca estratégica de colaboración, de asignación de talento e incluso de liderazgo informal.

Eso sí: la coherencia lo es todo. Si los salarios altos no se corresponden con desempeño visible o impacto real, el efecto se invierte: el respeto se transforma en rabia. Por eso, antes de hacer público “quién gana cuánto”, conviene hacer aún más visible por qué gana lo que gana. Si se acierta ahí, el salario deja de ser motivo de sospecha y se convierte en motor de aspiración.

Además, las empresas pueden usar este efecto de forma tácticamente inteligente: dar visibilidad salarial dentro de ciertos proyectos, resaltar casos de crecimiento salarial ligado a desempeño, o incluso usar estas cifras como narrativa interna de progreso. En otras palabras: dejar que el sueldo hable… pero que diga algo que inspire. En resumen, si querés mejorar tu influencia interna, no necesitas un MBA ni un taller de liderazgo: quizá solo necesites una nómina visible.


Sobre la firma

Pablo Foncillas

Columnista de la sección Economía

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