En Crónica TV, el nuevo diputado de Fuerza Patria habló sobre la crisis social, el gobierno y su gesto en la jura, señalando a Milei con el saludo de Los Juegos del Hambre. Lo hizo en una jornada marcada por la protesta de colectiveros de más de treinta líneas, que paralizaron el servicio por falta de pago. Grabois respaldó la medida y la inscribió en un clima laboral similar al de 2000–2001, con despidos y cierres fabriles.
Afirmó que el “modelo Milei” es insostenible y que su estallido será comparable a los grandes quiebres históricos, desde el Cordobazo hasta la crisis de 2001. Sostuvo que la rebelión se inicia “por abajo”: primero los obreros industriales, luego las generaciones cansadas de la miseria permanente.
Sobre su gesto en el Congreso, dijo que expresa rebeldía ante “la tiranía invisible del dinero”, denunciando la concentración económica y calificando a Milei de “fantoche” de los yanquis. También apuntó contra un Congreso lleno de “ex menemistas y ex peronistas” reciclados como libertarios.
Verdades a medias: Grabois deja algunos fuera del Juego
Decir una verdad a medias, aún cuando pueda resultar interesante, se convierte en un engaño frente a lo que omite. Grabois reconoce el crecimiento de las luchas, pero sin hablar del rol cómplice de la CGT con el gobierno ante la resistencia que existe desde el primer día de su asunción. Menos aún menciona su propio acercamiento a esa burocracia, que se hizo patente cuando, a días de las elecciones de octubre, presentó su libro Argentina humana, ni más ni menos que en la sede de la CGT, junto a Héctor Daer, entonces Secretario General, y a Andrés Rodríguez, adjunto y general del principal gremio de estatales que se ganó el récord de no convocar a un solo paro frente al vaciamiento y los despidos en el Estado de Milei y Sturzenegger.
Calla que es gracias a Fuerza Patria que Milei obtuvo la primera minoría en Diputados, gracias a los candidatos peronistas con peluca, como los tucumanos y catamarqueños –tal como advertimos cuando los sumaron a sus listas– que abandonaron al día siguiente–. Mientras el gobierno buscar avanzar sobre derechos laborales, la CGT sigue en su rol cómplice y el peronismo «abocado» a sus internas.
Si bien se reconoce como referente de los pobres todavía sigue avalando al gobierno de Fernández que dejó el país con uno de los índices más altos de pobreza y una inflación galopante: “El gobierno anterior fue muy malo… Pero era un gobierno que no tomaba medidas en contra de la gente, no hacía cosas a favor de la gente. Le faltaba acción”, afirmó sin más. Deja de lado que los ex candidatos a presidentes del kirchnerismo, Scioli y Massa, en un caso se pasó a la Libertad Avanza, directamente, y en el otro colaboró –como el mismo Grabois declaró en su momento– al triunfo libertario, un peronismo que es la contradicción misma de la resistencia a Milei. Así el diputado de Fuerza Patria se hace eco de un espacio que, tras su fracaso, propone una oposición más dócil y negociadora, sin romper con el FMI ni con el extractivismo, según analiza Fernando Scolnik.
Hay que resignarse: “la culpa es el otro” y el Juego de enfrentar uno con otros
En su discurso, la responsabilidad nunca recae en los gobiernos peronistas que sostuvieron la precarización y la falta de derechos para un gran porción de trabajadores, o del peronismo que apoyó en el Senado el beneficio del blanqueo de la fuga de capitales –que solo en 2025 se fugaron cerca de 30 mil millones de dólares– propuesta por Milei, o que convalida los pagos de la fraudulenta deuda externa macrista y los planes de hambre y ajuste del FMI. No, la culpa es siempre de “la gente mansa”, acostumbrada a vivir mal. Es un relato que despolitiza y fomenta la resignación.
De esta forma intenta encubrir al principal partido de la oposición. Porque si la Argentina «podría ser una potencia» en vez de una colonia, como dijo, no hay otra forma que afectando las ganancias capitalistas, rompiendo con el Fondo, con un programa en función de las necesidades de las amplias mayorías populares. Y en vez de denunciar al peronismo por su «inacción», menoscaba la confianza entre los trabajadores en una salida de los de abajo, es decir, en base a su propia organización democrática y su fuerza en las calles. Y por eso, la única propuesta que pudo hacer, frente a un Milei que ve a la ofensiva, es un proyecto de ley para implementar un “narcotest” para legisladores y una cena navideña en Plaza de Mayo. De no creer.
El referente del peronismo de izquierda tampoco apoya de forma concreta luchas como la de los jubilados, mientras insiste en que el problema es la pasividad popular. Su rebeldía no pasa por la organización en las calles, la recuperación de sindicatos o la coordinación de los movimientos sociales, por denunciar la extorsión que ejerció Trump en las elecciones a favor de Milei. Es un discurso que no quiere enfrentar la injerencia de EEUU, como ocurre en nuestro país y peor aún en Venezuela. Grabois como dijo, prefiere otro país: “la verdad que si bombardean Venezuela, prefiero cualquier lugar que no bombardeen”.
En cierta manera, se está haciendo eco de un peronismo que frente a los fracasos de su gobierno y de evitar el ascenso de Milei saca la conclusión por derecha que, “ante la nueva etapa corresponde ser menos intransigentes frente a Milei y estar más abiertos a negociar y debatir… un razonamiento que actúa como un sinceramiento de la falta de propuestas que atraviesa el peronismo, sin poder ni querer sacar los pies del plato del régimen del FMI ni de las políticas extractivistas, más allá de los matices o propuestas de tímidas intervenciones estatales que ya se revelaron impotentes”, como afirma Fernando Scolnik, en su última editorial.
Del Cordobazo a Indonesia, de Italia al enfrentamiento a Milei: la lucha es contra los regímenes del hambre
Quien predica el ejemplo de la resignación bíblica calla también que el Cordobazo forjó una alianza obrera-estudiantil que enfrentó a la burocracia sindical. No dice tampoco que la apelación al saludo de Los Juegos del Hambre fue usado en enormes rebeliones de los jóvenes contra regímenes del sudeste asiático, que está visto no es el Juego que le gusta a quien fue amigo del Papa Francisco. Tampoco menciona ejemplos que muestran que se están retomando las mejores tradiciones de la clase trabajadora como en Italia: las huelgas generales que viene protagonizando la clase obrera contra el genocidio israelí, el gobierno de Giorgia Meloni y su plan económico, o la huelga metalúrgica contra el cierre y los despidos que paralizaron a la ciudad de Génova.
En Argentina asoma un verano conflictivo: el frigorífico Euro, fábricas como Electro Part, Cromaco, Corven, Vassalli, Electrolux, Cattorini y más sectores enfrentan despidos, cierres y salarios impagos. En salud, el Garrahan pelea contra sumarios y exige, junto a las personas con Discapacidad, la aplicación de las leyes votadas. Mondelez (ex Terrabusi) intentó imponer “vacaciones donadas” y debió retroceder. Mendoza se volvió a movilizar por el agua contra el extractivismo. No es fácil, pero son conflictos que demuestran que hay fuerzas para pelear e impulsar la lucha desde abajo, coordinarse. Hoy mismo se desarrolla una reunión de coordinación en la zona norte del Gran Buenos Aires convocada por activistas de fábricas y establecimientos en conflicto.
En este contexto, la jura de Myriam Bregman, Nicolás del Caño y Romina del Plá tuvo un fuerte impacto. Su presencia constante en las luchas y su oposición coherente los convierte en una referencia para quienes buscan resistir el ajuste, en contraste con la resignación que promueve el peronismo.
